Cuando se da a la Guardia Civil, la alerta de desaparición de alguna persona en la montaña, se organiza inmediatamente un operativo con la máxima urgencia.
Es en las primeras horas del incidente cuando existen posibilidades reales de hallar en “buen estado”a las personas en apuros, a medida que pasa el tiempo están posibilidades disminuyen. En la mayoría de los casos, se ha podido recuperar a los accidentados o extraviados en los inicios de las búsqueda…
Pero a pesar de la eficacia de los cuerpos de rescate y de su pericia en el rastreo, 4 personas continúan “perdidas” en nuestras montañas, la mas antigua, desde el año 2006. Un danés, un francés, un alemán y un español siguen desaparecidos
El periódico regional Heraldo de Aragón, amplia la noticia.
Per Michel Nielsen, un senderista danés de 65 años, iba a regresar a su país el 21 de septiembre de 2010 en un vuelo desde Barcelona pero una semana antes salió de excursión por Benasque sin especificar su ruta y tras dos días sin noticias suyas, el hotel donde se alojaba dio la voz de alarma; un año y medio antes, Francoise Dasnois, de 48 años y de nacionalidad belga, también salió a pasear con su marido y sus dos hijos por la ruta del Portal de la Cunarda, en la Sierra de Guara, pero se separó del grupo para volver a la casa de turismo rural de Colungo que habían alquilado y a la que nunca llegó; y el 22 de septiembre de 2006, un alpinista alemán llamado Kulosa pidió auxilio por teléfono a la Guardia Civil ya que una fuerte tormenta le había hecho perder el camino de vuelta en la zona del lago de Marboré, en Bielsa, pero nunca le localizaron.
Estas son las tres ‘espinas’ que con más fuerza tienen clavadas los especialistas de los grupos de montaña de la Guardia Civil de Huesca y que forman parte de una trágica lista de desapariciones a la que se ha unido este invierno Ferrán Camps Tricas, un joven de 23 años y vecino de Mieres (Gerona) que el 2 de enero se marchó hasta el ibón de Plan buscando unos supuestos ‘parajes mágicos’ y del que no hay más pistas que una tienda de campaña plantada en este bello paraje del Sobrarbe.
En todos los casos, la alertas pusieron en marcha el protocolo habitual de rescates. «En el momento en que se comunica una desaparición, se montan con todo el personal disponible dispositivos de búsqueda diarios a pie, en moto y en helicóptero siempre y cuando la climatología lo permita», explican fuentes de la Guardia Civil. Y es que en el último caso, el de Ferrán Camps, los agentes han tenido que posponer el rastreo hasta el deshielo «porque hay tal cantidad de nieve que es casi imposible acceder a la zona».
Los rastreos empiezan siempre por donde es más probable que se perdiera la pista y conforme descartan senderos, caminos y barrancos próximos, se amplía el radio. En el caso del montañero danés, por ejemplo, el último parte oficial de búsqueda fue el 2 de octubre de 2006, 18 días después de su pérdida, en un punto sito a 8 horas andando desde Benasque.
El principal hándicap para los grupos de rescate es la falta de información sobre la ruta y la actividad que iba a realizar los desaparecidos y que en todos los casos iban solos. En este sentido, hacen referencia también al caso del montañero danés. «Tenía sus objetos personales en la habitación y el billete de avión de vuelta por lo que es de suponer que iba a volver al hotel y que no se iba a alejar mucho. Sabemos que estuvo en la Oficina de Turismo y que le dieron folletos de senderos de pequeño recorrido, pero no les dijo si iba a hacer alguno», recuerdan.
Aunque el protocolo de rescates no marca un plazo fijo sobre la duración de las batidas, «lo normal es que sean intensivas durante 5, 6 o 7 días y luego conforme pasa el tiempo, son ya más esporádicas y concretas», aclaran. Así, si por ejemplo hay una patrulla de la Guardia Civil que sale a un servicio de seguridad ciudadana o de vigilancia del medio natural y atraviesa la zona de la desaparición «aprovecha siempre para dar una vuelta al mismo tiempo por si pudieran encontrar algo». Por ello, dejan claro que «aunque haya pasado el tiempo, nunca caen en el olvido».
El paso del tiempo hace mella en el ánimo de los familiares, pero nunca pierden contacto con la Guardia Civil. En el inicio de las búsquedas casi siempre hay una persona allegada «que ayuda en las labores», apunta, pero una vez transcurridos varios días, «la gente tiene que regresar a su casa porque no queda más remedio», reconocen. Sin embargo, mantienen siempre algún hilo de comunicación «y de vez en cuando van llamado al puesto de la zona o a la unidad de montaña correspondiente para ver si hay alguna novedad». «Y a todos se les recibe con la máxima atención», recalcan desde la Guardia Civil.
A medida que pasan los días y semanas, las esperanzas de encontrar al desaparecido con vida se desvanecen, aunque como en todo, siempre hay excepciones. La última fue la de una montañera francesa, Teresa Bordeais, que apareció sana y salva tras 11 días de supervivencia en Ordesa.
Hasta ahora, la desaparición más larga corresponde al alpinista madrileño Joaquín López Valls. Se perdió en 1954 y su cadáver fue localizado 46 años después en el glaciar Tempestades del Aneto.