“En el curso de mi vida me he encontrado sólo con una o dos personas que comprendiesen el arte de Caminar, esto es, de andar a pie; que tuvieran el don, por expresarlo así, de sauntering [deambular]”. Así comienza Henry Thoreau su famoso librito “El Arte de Caminar”.
Henry David Thoreau fue un ensayista norteamericano que nació el 12 de julio de 1817 y murió el 6 de mayo de 1862)… Hoy día se le considera un pionero de la ecología y de la ética ambientalista. Se dice que Thoreau quiso experimentar la vida en la naturaleza y desde el 4 de julio de 1845 vivió dos años en un bosque. De su experiencia nace el mítico ensayo de 1862 “El Arte de Caminar y la naturaleza salvaje”. En él, Thoreau sostiene que las caminatas constituyen un elemento esencial para mantener una relación saludable con uno mismo y con el planeta. Tenemos una madre inmensa, salvaje y rugiente, la Naturaleza, que se extiende a nuestro alrededor con tal belleza y tal cariño por sus hijos como una madre por los suyos. Y sin embargo, nos separan demasiado pronto de su seno para pasar a la sociedad, a esa cultura que es exclusivamente una interacción del hombre con sus semejantes. Nacemos “Homo Naturalis” y nos convierten en “Homo Urbanitas”, alejándonos de la Conexión con la Tierra.
Ese caminar del que nos habla Thoreau no es una simple forma de ejercicio, sino “la empresa y la aventura de cada día”. Su relato es una provocadora excursión por el ecologismo más asilvestrado, además de un manifiesto geopoético que ha ejercido una profunda influencia en el arte y la cultura. Es la defensa de un «pensamiento salvaje» que arroja sobre nuestra conciencia una luz que ayuda a esclarecer nuestro verdadero origen.
Su ironía y el rumbo vagabundo que por momentos toman sus reflexiones, hacen de la lectura de este libro algo tan tonificante como un paseo de buena mañana. Y no hace falta que Thoreau nos recuerde que «el aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación».
Quien quiera saber mas, que se ponga a Guglear.